Es una mañana de abril de esas especiales que la brisa suave lleva consigo multitud de recuerdos. El aire cargado penetra por las fosas nasales y descarga imágenes directamente en tu retina, entonces tus ojos se quedan absortos en la taza de café, sin parpadear, ya no necesitan humedecerse, el cerebro se hace eco de historias vividas y empiezas a ver la película. A todo color o en tonos de sepia, tanto da. Importa el contenido.
La chica morena luce un vestido estampado de colorines y debajo unas finas medias ocre; una larga cabellera negra recogida en dos trenzas perfectamente elaboradas que caen graciosas sobre sus hombros. En la mano sujeta una botella de cerveza que de no ser ella podría resultar ordinario y vulgar, y sin embargo, la cadencia del brazo esbelto al acercarse el cuello de la botella a los delgados labios se hace elegante en cada sorbo, cada refrescante trago hace un marco envidiable digno de fotografiar. Cruzamos miradas pero no despierta interés en mi. No dejo de observarla siendo indiscreto, ofensivo quizás. Cruzo el umbral y me acerco despacio. Me mira como me acerco pero aparta la vista de nuevo haciéndose la interesante.
-Hola -le digo, mientras me agacho apoyando una mano en la mesa.
-Hola -responde.
-No te creerás lo que te voy a decir, pero esto ya lo hemos vivido antes y me darás la razón. -le digo.
-No te conozco de nada. -responde sin interés.
Me meto la mano en el bolsillo de la americana y saco el anillo de plástico con corazón rosa.
-Se te ha caído esto mientras andabas y he venido a ponértelo. -le suelto.
Por primera vez me enseña los dientes imperfectos y suelta una carcajada.
-Creo que no es mío. - me responde, mientras vergonzosa intenta taparse la boca con la mano.
Intento calmar su pudor con una sonrisa.
-Sabía que me dirías esto. Estaba preparado para ello.
Y mientras cojo su mano delicada la miro a los ojos y le coloco el anillo que encaja a la perfección.
-No digas nada, sabía que era tuyo. Es como el zapato de cenicienta.
-jajajaja -Se ríe de nuevo. -Los anillos de las patatillas encajan en cualquier dedo.
-Ostras ¿no me digas?... jajajjaaja De verdad, no sabía cómo acercarme a ti y he usado el comodín del anillo. Siempre da resultado.
-¿Siempre? me responde -un poco con cara de indignación.
-Vale, no es del todo cierto. Sólo funciona con chicas que llevan coletas perfectamente trenzadas y beben cerveza de botella.
-jajjajaja -rie de nuevo-. ¿Eres de Barcelona?
-No, he venido especialmente a conocerte a ti. Pero ando con prisa.. te doy mi número y me mandas un whatsapp.
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