Que las mujeres lo tienen más complicado que los hombres a la hora de ir a un baño público es algo conmumente conocido, por eso van como mínimo dos. Pero muchas veces para los hombres -y que las mujeres desconocen- ir a visitar al Sr. Roca.. no es tan fácil como sacar el arma y disparar.
Albañiles, ingenieros o algún hijoputa instalador de sanitario considera que la medida estándar de altura desde el suelo con zapatos incluidos hasta el cipote es de 90 centímetros. A ver, no todos los ciudadanos que moran en el mundo son jugadores de la NBA. Creo que vuelve a fallar la estadística, y los normales, pues nos consideramos normales, tenemos severos problemas de alcance. Y es que no es cuestión de ponerse de puntillas. Imaginad el cuadro.. un tio de puntillas meando, intentando que no te salpique el retorno y encima se apaga la luz de esas con sensor de presencia, y moviéndote como un orangután para generar asistencia multitudinaria en el baño . Joooo que no.
Uno que para estas cosas es muy escrupuloso, no se la juega. Y miro de reojo los meaderos colgantes, llenos de bolitas de alcanfor y directamente paso al váter, con un pie levanto las tapas, procedo a la maniobra de desagüe y luego con papel higiénico presiono ligeramente el botón de descarga de agua e inmediatamente se lanza el papel.
Así que o ponen meaderos de esos grandes que te subes encima y que cuando notan tu presencia empiezan a sacar una cortina de agua, limpios y refrescantes, además de generar con el sonido de cascada una larga y cálida meada, o simplemente pueden ponerse los mingitorios colgantes de sombrero. Y bajarlo de las alturas por Dios bendito. Porque sé a ciencia cierta que el albañil cuando ha acabado de instalarlo en la pared, ha de mirarlo y decirse: Manolo la has cagado.
Así que o ponen meaderos de esos grandes que te subes encima y que cuando notan tu presencia empiezan a sacar una cortina de agua, limpios y refrescantes, además de generar con el sonido de cascada una larga y cálida meada, o simplemente pueden ponerse los mingitorios colgantes de sombrero. Y bajarlo de las alturas por Dios bendito. Porque sé a ciencia cierta que el albañil cuando ha acabado de instalarlo en la pared, ha de mirarlo y decirse: Manolo la has cagado.
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