domingo, 9 de octubre de 2011

De vírgenes, buñuelos y serenatas.






 




El maldito olor de aceite quemado embadurna el aire de la ciudad y me hace recordar que mi querido verano se ha marchado haciendo mutis por el foro y que falta poco para el veintiuno de octubre, Santa Úrsula.

Los buñuelos que hacen pastelerías, chiringuitos y plantas bajas, sí sí, plantas bajas que abren la persiana mallorquina -que ha estado todo el puto año sin abrir- quitan un poco el polvo y cuelgan el cartel de buñuelos de viento, hacen las delicias de "toquisqui". Estamos a seis y ya han sacado la olla llena de aceite "venga aseite", "que haiga"y una bombona de butano y dale que te pego, la madona metiendo los dedánganos en la pasta harinosa y zasca! con el dedo un agujero y a freir.... así empiezan a hacer los famosos buñuelos de viento que todo el mundo compra, que tanto gustan a la gente. Los buñuelos se meten en un cono de papel de estraza y les meten azúcar por encima. El problema es que, el cuerpo humano que es muy sabio, te advierte a los cinco primeros minutos de cola frente la ventana, que esa olor de fritanga aceitera es mala de cojones. No importa que te lo diga Torreiglesias, es que tu hígado está de brazos cruzados diciéndote -eres un inconsciente e insensato y esto es insano- y no me hagas eso pordiós. Y los dedos pegajosos del azúcar que no se va y no se te ocurra chuparlos, es lo peor, luego se te rebozan.

La tradición católica de Santa Úrsula y las once mil vírgenes la podéis guglear, leer la versión católica y las otras que hay, mucho más realistas. En la víspera de la santa, los jovenzuelos cantan a las mozas vírgenes que asomadas a la ventana, se deleitan con los cantos y las canciones tunescas acompañadas por guitarras, bandurrias y panderetas, tanto que, ellas acceden a que suban y los invitan a comer buñuelos y beber mistela. Pero amigos y amigas eso no es tan cierto como aparenta. Las jovenzuelas ya no son tan puras y tan castas como antaño sino que tienen más kilómetros que las sandalias de Correcaminos bip bip. Entonces pa qué tanta fiesta, te preguntas. Supongo que otra tradición.
Tu sabes que la noche será larga. Empezarán a venir los primeros cantantes y rascadores de bandurrias justo cuando empiece el Cuéntame de La 1, y se me mezclarán los... "me cago en la leche Merche de Antonio Alcántara" con el "clavelitos, clavelitos de mi corazoooon seguido de na na nai noooo na na na ni nino na noooooo"... porque no se saben ni la letra los jodíos cabrones y todo pa comerse unos buñuelos, meterse un trago de mistela al coleto y dar la nota. Mientras los niños que, tienen cole al dia siguiente, se despiertan pensando que el gallo anuncia un nuevo día. Duerme cariño es un mariachi afónico.

Un maravilloso pastor católico que, aparte de dedicar su vida ayudando a la gente, completaba sus horas del día como guía local en Amsterdam, nos dijo, señalando a la cúpula de San Nicolás:
-Allí hay una nave dedicada a la Virgen. Supongo que la única virgen que nos queda en Holanda. Esa misma noche paseamos por los escaparates del barrio famoso de la Vencecia del Norte, él dijo que no nos acompañaría en esa ocasión por respeto a las mujeres que trabajan y que nos veríamos por la mañana, para continuar la visita de la ciudad.
Yo ahora mismo no veo ninguna iglesia frente a mi ventana, ni niguna virgen. Hasta la tarde no empezarán a arder los aceites apestosos de los buñuelos. Los ritmos latinos pachangueros de cada domingo inundan el entorno y quizás los jovenzuelos están templando sus laúdes y bandurrias y aclarándose la voz con un cubata. Ni rastro de las once mil.

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