Agosto, y yo disfutando de mis únicas y merecidas vacaciones del año. Agosto, el mes en que se cierra España, que todo el mundo quita el pie del acelerador, reduce de velocidad porporcional al ritmo del corazón... tic....tac.... tic... tac...
Ahí estoy yo disfutando del asqueroso calor y de la pegajosa humedad reinante, de las duchas y de los baños mientras los amiguetes al otro lado del atlántico lo pasan fatal con su maravilloso invierno de frío. Ya tendrá tiempo de restregármelo en la cara cuando cambie el calendario.
Ahí estoy yo disfutando del asqueroso calor y de la pegajosa humedad reinante, de las duchas y de los baños mientras los amiguetes al otro lado del atlántico lo pasan fatal con su maravilloso invierno de frío. Ya tendrá tiempo de restregármelo en la cara cuando cambie el calendario.
Y paseando por la ciudad conquistada de turistas de cruceros, me encuentro mirando un escaparate donde unos nuevos ricos rusos, abandonan sus dachas y sus botellas de Moskovskaya, para meter los pinreles en una pecera escaparate donde diminutos peces turcos harán las delicias de sus pielecillas muertas callosidades y verruguillas -un consejo: compren zapatos buenos, caros, en empresas con historia y déjense de zapatos chinos o acabarán con los pies destrozados- Como que la curiosidad me lleva, me he informado un poco y por lo visto los garra rufa son originarios de Turquia. Los fish doctor como tambien les llaman, encima dejan una sustancia beneficiosa. Todo un lujo. Son como golosinas para estos devoradores de inmundicia podológica, se hinchan a base de dulces, jejeje
Y me mira la rusa y me la imagino sonriéndome con el diente de oro, pero no, me sonríe y no percibo el destelleo metálico. El alza de precios del vil metal, igual ha merecido la permuta por un implante odontológico de nueva generación. Le devuelvo la sonrisa agradeciéndole casi involuntariamente que gaste su pasta en esta isla, que pidan Dom Perignon pero que se lleven unas botellas de hierbas dulces. Y continúo mi paseo y pienso en que hay que ir a pescaderías de confianza. Estos peces deben engordar como un mero, tanto comer, "cagüen diez" no me gustaría que me den pez doctor por boquerón . Ahí lo dejo y que cada uno haga lo que quiera con sus pies.
Y me mira la rusa y me la imagino sonriéndome con el diente de oro, pero no, me sonríe y no percibo el destelleo metálico. El alza de precios del vil metal, igual ha merecido la permuta por un implante odontológico de nueva generación. Le devuelvo la sonrisa agradeciéndole casi involuntariamente que gaste su pasta en esta isla, que pidan Dom Perignon pero que se lleven unas botellas de hierbas dulces. Y continúo mi paseo y pienso en que hay que ir a pescaderías de confianza. Estos peces deben engordar como un mero, tanto comer, "cagüen diez" no me gustaría que me den pez doctor por boquerón . Ahí lo dejo y que cada uno haga lo que quiera con sus pies.
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