lunes, 31 de octubre de 2011

El chatarrero, la pistola y las Palomas

Benalúa de Guadix (Granada) 7:00 am
Carritos del mercadona tuneados esperan haciendo cola llenos de lámparas, cables eléctricos, hasta tapas de  alcantarillas algunos. Pronto van a abrir, pero los rumanos no quieren hacer cola e intentan pasar a un nigeriano que lleva una bicicleta con un cajón con dos planchas, una cafetera y lo que parece ser unas pesas de gimnasio. Un gitano pone paz mientras invita a tabaco de liar a los rumanos.
Y aparece Luis, el dueño de la chatarrería, -muy güenos días a todos- y se dirige mirando de reojo a los presentes hacia el interior del chamizo; coge la botella del primer cajón del archivador y se mete entre pecho y espalda una copa de brandy, esputa una flema verde que queda junto a la maceta de la entrada. Quita el candado y el personal va entrando con sus carritos llenos de todo tipos de metales a punto para colocar en la báscula que, marca todo lo que pesa y no pesa todo lo que marca.
9:00 am
Jaime y José, sus dos amigos y ayudantes, llegan tarde, pero vienen con un tipo con melena oscura y unas rayban aviator de espejo que esconden su mirada e intimidan. Tras las montañas de hierros está Luis despachando a una gitana que lleva plomo de tubería. Jaime y José llevan al forastero hasta éste y se lo presentan. Tras diez minutos de charla entra con un furgón  y empiezan a descargar de la parte de atrás bobinas de cobre de tendido eléctrico de procedencia "peligrosa". Tras pactar el precio, paga y despacha al melenas y sonríe, acaba de hacer un buen negocio. Queda a las 9 de la noche en el bar del Jupe para celebrar la transacción con sus amigos. Atrás quedan los días de cárcel, los pases de pernocta y la comida de rancho. Bienvenidos al siglo del metal, lo único que parece que vale. Es más fácil fundir los metales que sacarlos de la mina.
9:00 pm
Luis ya está entonado cuando aparecen Jaime y José "los Jotas" como les llaman en Benalúa, se toman unas cañas y Luis les dice:
-Vamos a celebrar como toca, el negocio, mientras eructa hacia dentro. Se le desencaja la cara entre el alcohol y los vahos etílicos de su propio eructo.
Cogen la furgoneta de la chatarrería y enfilan la A92 hacia Granada, y se desvían al Club Las Palomas. Luis casi atropella al perro del parking y se rie como un descosido mientras sus amigotes le siguen. Pasar un rato en las Palomas con unas copas y unas zorras se le antoja un buen festejo para finalizar el día.
Acceden al recinto y toman posición en la barra.  La camarera les da las buenas noches y les pide qué desean beber. Se piden unos cubatas, mientras en las mesas redondas con focos halógenos unas brasileñas rien falsamente con unos jóvenes, al tiempo que piden más bebida para sus secas y profundas gargantas.
Luis se tamabalea y casi se cae, pero sus amigos lo aguantan y empiezan a reir fuertemente  hasta apagar con sus risas la voz de los Charanga Habanera que se pelean con su Tú no eres mejor que yo. El clima se hace tenso y Yaslín la camarera les llama la atención. Le sienta tan mal a Luis que se mete mano en el gabán sucio de óxido y grasa -que no se ve por la escasa luz del ambiente- y esgrime en su temblorosa mano una Sig Sauer 9mm Pb, la amartilla y coloca encima la barra, sobre un cerco de wiskey de garrafón.
-Nena, soy el jefe......  y esta noche manda mi polla- le grita.
Por instinto Yaslín levanta las manos y deja caer una copa de cristal barato que le resbala de los dedos paralizados por el susto.
-Y ahora llena estas copas y la del resto de la sala, rápido, cojones!
Jaime y José estupefactos, no gozan decir nada, pero piensan que ha perdido el juicio. Les ordena que bloqueen la puerta de entrada y hace sentarse a un mulato que venía del rincón puesto a hacerse el gallito.  Coge un taburete y atiza sobre la caja registradora un viaje que el marcador con números verdes acaba en los pies de la brasileña de la mesa. En el fondo del local Natalia la Uruguaya, aprovecha la tenue luz y saca el movil del escote, y marca el número de su hermana que tiene registrado en la memoria.
-Nos tienen secuestradas, llama a la Guardia Civil.- Le susurra.
En menos de veinte minutos, la puerta del local cedió a la presión del ariete de los picoletos.. Un ariete que el teniente Bermúdez hizo construir a los hermanos González, herreros de profesión, vecinos del cuartel de la Benemérita, junto a la Plaza de España y que guardaban en el cuarto de municiones. Lo quiero cargadito les dijo hace 8 años cuando lo encargó. Nicolás González rellenó de plomo la estructura de hierro forjado a tres capas de ocho milimetros. Se necesitaban 8 personas para manejarlo. Doscientos cuarenta kilos de vellón.
Bastó un "a la de dos" para tirar la puerta abajo, los goznes cedieron como mantequilla, y el equipo con sus ropas verdes entró en el local con un ¡¡¡Alto a la Guardia Civil!!! Ni tiempo tuvieron de decir nada, en un plis  y con tres me cago en la leche, maldita la fulana que me la mamó y a la mierda la autoridad. Se llevaban a los  tres supuestos.
A la mañana siguiente la cola de rumanos, gitanos y negros permanecía frente la chatarrería. Pero no sabían que nadie iría a abrir. Desde la celda del Centro Penitenciario Albolote de Granada, Luis se despertaba de la borrachera y ajeno a lo que ocurriría a cincuenta kilómetros, se rascó los huevos y esputó otra flema verde esta vez junto al barrote de la celda. Coño, ya estoy en casa.

domingo, 9 de octubre de 2011

De vírgenes, buñuelos y serenatas.






 




El maldito olor de aceite quemado embadurna el aire de la ciudad y me hace recordar que mi querido verano se ha marchado haciendo mutis por el foro y que falta poco para el veintiuno de octubre, Santa Úrsula.

Los buñuelos que hacen pastelerías, chiringuitos y plantas bajas, sí sí, plantas bajas que abren la persiana mallorquina -que ha estado todo el puto año sin abrir- quitan un poco el polvo y cuelgan el cartel de buñuelos de viento, hacen las delicias de "toquisqui". Estamos a seis y ya han sacado la olla llena de aceite "venga aseite", "que haiga"y una bombona de butano y dale que te pego, la madona metiendo los dedánganos en la pasta harinosa y zasca! con el dedo un agujero y a freir.... así empiezan a hacer los famosos buñuelos de viento que todo el mundo compra, que tanto gustan a la gente. Los buñuelos se meten en un cono de papel de estraza y les meten azúcar por encima. El problema es que, el cuerpo humano que es muy sabio, te advierte a los cinco primeros minutos de cola frente la ventana, que esa olor de fritanga aceitera es mala de cojones. No importa que te lo diga Torreiglesias, es que tu hígado está de brazos cruzados diciéndote -eres un inconsciente e insensato y esto es insano- y no me hagas eso pordiós. Y los dedos pegajosos del azúcar que no se va y no se te ocurra chuparlos, es lo peor, luego se te rebozan.

La tradición católica de Santa Úrsula y las once mil vírgenes la podéis guglear, leer la versión católica y las otras que hay, mucho más realistas. En la víspera de la santa, los jovenzuelos cantan a las mozas vírgenes que asomadas a la ventana, se deleitan con los cantos y las canciones tunescas acompañadas por guitarras, bandurrias y panderetas, tanto que, ellas acceden a que suban y los invitan a comer buñuelos y beber mistela. Pero amigos y amigas eso no es tan cierto como aparenta. Las jovenzuelas ya no son tan puras y tan castas como antaño sino que tienen más kilómetros que las sandalias de Correcaminos bip bip. Entonces pa qué tanta fiesta, te preguntas. Supongo que otra tradición.
Tu sabes que la noche será larga. Empezarán a venir los primeros cantantes y rascadores de bandurrias justo cuando empiece el Cuéntame de La 1, y se me mezclarán los... "me cago en la leche Merche de Antonio Alcántara" con el "clavelitos, clavelitos de mi corazoooon seguido de na na nai noooo na na na ni nino na noooooo"... porque no se saben ni la letra los jodíos cabrones y todo pa comerse unos buñuelos, meterse un trago de mistela al coleto y dar la nota. Mientras los niños que, tienen cole al dia siguiente, se despiertan pensando que el gallo anuncia un nuevo día. Duerme cariño es un mariachi afónico.

Un maravilloso pastor católico que, aparte de dedicar su vida ayudando a la gente, completaba sus horas del día como guía local en Amsterdam, nos dijo, señalando a la cúpula de San Nicolás:
-Allí hay una nave dedicada a la Virgen. Supongo que la única virgen que nos queda en Holanda. Esa misma noche paseamos por los escaparates del barrio famoso de la Vencecia del Norte, él dijo que no nos acompañaría en esa ocasión por respeto a las mujeres que trabajan y que nos veríamos por la mañana, para continuar la visita de la ciudad.
Yo ahora mismo no veo ninguna iglesia frente a mi ventana, ni niguna virgen. Hasta la tarde no empezarán a arder los aceites apestosos de los buñuelos. Los ritmos latinos pachangueros de cada domingo inundan el entorno y quizás los jovenzuelos están templando sus laúdes y bandurrias y aclarándose la voz con un cubata. Ni rastro de las once mil.