sábado, 19 de febrero de 2011

Aeropuerto 3.0


Sentado en mi duro asiento de terminal. -Aena nunca entenderá que las esperas pueden ser largas, muy largas- Cansado del día. Con los ojos rojos de sangre de la conjuntivitis crónica; del madrugar a esas horas en que las farolas de las calles no sabes si alumbran el final de la noche o el principio del día. La boca seca de tanto hablar y la mandíbula dolorida de tanto reir.
Así me encuentro, cuando veo cómo se acerca una pareja joven, cada uno con una trolley tamaño estándar. Se sientan cada uno en un asiento contiguo. Flushh... se adelanta él sacando de un gabán rajado, con más mugre que el palo de un gallinero, un móvil-smartfon-agendaelectrónica-aipad o como carajo se llame. Clik, desliza el dedo y entra en el mundo de Neo, conectado en la nuca.. Ya está. Just logged in.
Ella de una mochila extrae otro movileto rosa y clic espera unos segundos y empieza a conversar con alguien al otro lado del dispositivo. También ha llegado a su otro mundo, cuelga y repite la operación con otro interlocutor.
Él continúa en su realidad virtual. Distantes los dos, en un mismo planeta, pero en mundos paralelos.
Entonces es cuando piensas si la tecnología sirve para acercarnos a la gente, con sus redes sociales, mensajes y videoconferencias mientras nos aleja de nuestras parejas y nuestro mundo real. Sabemos más de Antonia (una conocida de la última fiesta de verano, padres separados, fecha de cumpleaños 12 junio, viaja mucho a Berlín y ahora está en Madrid, le encanta la lencería negra) que de nuestra propia pareja que hace diez años que estás con ella.
El vuelo de Ryanair con destino en territorio nacional inicia su embarque. Y los dos autómatas apuran al máximo y clic regresan de nuevo. Esconden sus terminales, recogen macutos y se dirigen a la puerta de emabarque. No han cruzado palabra, ajenos a ellos mismos y a mi mirada observadora, sólo quieren volar, sin remordimientos y sin cobertura. Sólo volar.

martes, 8 de febrero de 2011

Solamente un pedo.

Voy a esperar al final para colocar el título, no viene al caso. Escuchando el Darling Pretty mientras los punteos de Knopfler me hacen disfrutar. Fascinado, voy siguiendo el ritmo con el pie derecho, pac pac, cambio al izquierdo, pac pac pac. Y pienso en el artículo que leí el jueves el miércoles el otro día. Tengo una muy mala memoria, que hace que no me acuerde del nombre de quién lo escribió, sé que era una mujer, pero no me pidáis el lugar, quizás en la prensa, un blog, un enlace venido de otro enlace, una web. Yo que sé.
Dentro de mi enmarañada cabeza siento como que no retengo. Me fallan los nombres, me fallan notas esenciales signo de la falta de atención, mi hipocampo no fija a corto plazo. Tengo una especie de memoria RAM que en cuanto han pasado 5 minutos se resetea y ciao. Estoy mal programado supongo. O que el cerebro se me arruga al ritmo de los videos del youtube. No tengo ni la más zorra idea de porqué, falta de ejercicio mental supongo, sin más.
En fin, el caso es que la chica comentaba que en las relaciones de pareja había un momento de no retorno, el momento pedo. (Cuidao!! A partir de aquí puede considerarse grosero o soez) He pensado sobre ello y no le resto razón. O lanza a la pareja hacia el futuro o la hunde en la más triste de las miserias.

Creo que es un momento donde te la juegas. De repente uno de los dos mueve ficha y dice: Jaque! Es un fugaz soplido inodoro esperas, fruto de la química de los cuerpos. En el salón, en la cama o en el coche. Y el otro tiene que mover y contrarresta el ataque, mueve ficha y el juego continúa y no pasa nada, una tímida sonrisa quizás, una carcajada si cabe. O bien puede pasar todo lo contrario, un jaque mate en toda regla. Sabes que la partida se ha acabado, es un game over de máquina de recreativo con letras grandes. El soplido ha evolucionado en huracán y no hay supervivientes. Los dos saben que esa relación no durará, es cuestión de tiempo, poco tiempo.

Un médico, no quiero recordar su nombre, decía que se debe evitar a toda costa el gaseo para conservar la relación de pareja, debe pertenecer a la intimidad de cada uno y bla bla...
Ya hace tiempo de mi primera vez, tanto que no me acuerdo, para variar. Supongo que fue servidor quien abrió juego, pero superamos los jaques, los envites, fueran brisas o huracanes. Supimos sobrellevar la relación más allá de las necesidades fisiológicas, ya han pasado más de veinte años y nos han acompañado todo tipo de pedos, olorosos, con ruido, trompetillas con sordina o sin. Tremendas ventosidades con nocturnidad o al amanecer. Flatulencias colosales, petardazos explosivos dignos del libro Guinness. Nunca nos hemos escondido e independientemente de la repulsión que pueda generar al lector, el grado de confianza que se logra con el primer pedo, te abre el camino al futuro y pone la directa.
Todo lo demás son tonterías, espero envejecer sin engaños. Con la naturalidad propia del ser humano y no tenerme que esconder ni de arrugas, ni del paso del tiempo y mucho menos de un pedo que no es más que CO2 Nitrógeno y Metano. Peor está el aire de Madrid estos días y no sabes que mierdas respiras.